miércoles, 4 de enero de 2012



Hemos entrado en la tierra del Carmelo para comer su fruto, y lo mejor de ella. Como la Nueva Eva, la Virgen Inmaculada por el árbol de la cruz nos da el fruto bendito de Paraíso, que es el Corazón Eucarístico de su Hijo y os preparare lugar, lejos del mundo y la ilusión efímera, donde, con los ojos fijos en Jesús, nuestro espíritu puede elevarse a las cosas eternas y lo que Él dice.

Ella nos introduce en este jardín de las delicias de vivir en comunión con la Santísima Trinidad para que participen en la eliminación de la naturaleza divina. Estamos, pues, totalmente consagrada a la Santísima Virgen María, y mirar a todos nos llevan a un amor filial hacia ella.

Así, vestido con su hábito sagrado, con su escapulario como un signo de su alianza con nosotros, se forman a través de él por el Espíritu, a la imagen de Cristo, nuestro Esposo.Como se acostumbra a decir Carmelo es todo de María. Es verdad, vida, dulzura y esperanza nuestra.

Ella es nuestra hermana, nuestra querida, la inmaculada sólo el amor de nuestros corazones, nuestra Reina y Madre nuestra Virgen nos da su carisma. Nos sentimos impulsados ​​por el amor a imitar su vida de oración, humilde y escondida, y para actuar en su misión de guiar a las almas a su Hijo Jesús.

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